Escribo, pero nunca dije que lo hiciera bien.

miércoles, 2 de abril de 2014

Viaje

Mis pensamientos eriales
hoy contigo se siembran,
cuando recuerdo tu aspavientos
la desolación en penumbra:

-me besa-

Escalofríos de “amor”
con lienzos de dolor
retoña en mi clamor

siento

tu tristeza en mi interior.

Finura en tus ojos,
torpe elegancia en tus manos,
carcomes mis labios,
añoro ser esa paz de tus llantos.

Mirada pobre
ilusión,
hastío
tu dueña tiene un corazón
que no palpita a tu oído,
razón maldita es su voz,
tu amargo castigo.

Te llamo: Playa


Algas marinas las de tus ojos,
el alba las mecía con llovizna a su antojo,
con mística brisa las clavaba en mi rostro
y mi risa crecía, si perdía la conciencia
en el mar de tu finito contorno.

La playa es tu piel, arena blanca
que desmorona mi soberbia,
lunas de abril que tapizan tus huesos,
son alfombra del calor que ampara a tu cuerpo.

Las olas: tus sigilosas carcajadas,
desde tu boca nacen
y terminan en mi espalda,
para ser verso de ésta noche,
para estremecer mi calma,
entretejen un suspiro en mí,
después las arrastras.

El sol deshilas todas las mañanas,
algunas hebras tomas,
las haces tus pestañas, tejes tu cabello,
enciendes mi alborada,
te atreves a ser candileja de mis ansias.

La marea es esclava perpetua de tu respiración,
sube o baja,
pero abandona tu pecho o arriba mi ilusión,
cuando un suspiro alargas,
cuando el mismo aire, tuyo o mío
simplemente se “acompañan”.

Eres playa, te llamo: Playa, porque [...]

El final, me lo reservo.