Escribo, pero nunca dije que lo hiciera bien.

domingo, 24 de marzo de 2013

Adiós, invierno.

Fue en Enero, en un día miserable, un día nublado, un día que no debió llamarse día, si no noche, ese día le vi… Simple, recargado sobre una barda, como si la barda pudiera sostener su vida casi cansada de la vida; fumaba y el cabello le resbalaba por la frente, pálido y sin sonrisa, más bien con miedo. Lo mire fijamente durante casi una hora, nadie se dio cuenta, ni él. Y así permaneció hasta después de irme, porque volví y seguía con la sonrisa desabrida entre las mejillas y seguía temblando de frío, porque ese día hacía tanto frío que quise regalarle unos tragos de licor, de ese corriente que calienta la garganta cuando el viento enfría el alma, pero me daba miedo. Entonces me senté en una banca lejana, fría, como todo… encendí aquél cigarro, del que aún recuerdo el sabor y ya sola vigile cada detalle de su rostro, de su mirada profunda y misteriosa, y saque ese cuaderno y esa pluma de tinta azul que tanto odio y empecé a escribir… “Turbio” fue la primera palabra y justo cuando decidí acercarme, cuando guarde aquella pluma, levante la mirada, se había ido. Por eso odio la tinta azul.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por leerme!