Sostengo el cigarrillo en los labios,
sólo por silenciar mi deseo,
no vaya ser que te diga:
- Necesito la aridez de
tu piel desierta de cobijo,
respirar tu aliento y
saborearlo en la garganta,
leer el placer en la noche de tu ojos
y acariciar tu todo sin estar enamorada,
deslizar el cabello de tu frente,
besar tus manos,
luego tu cuello, tu pelvis,
tu espalda varada,
después llegar a tu boca y
detener mi pasión desenfrenada,
porque no te beso ni en sueños
nefasto,
porque sólo te deseo y me arriesgo
a ser un gemido en tu cama,
porque eres sólo pecado en mis ojos
y yo para ti no soy nada.
Y cuando el humo se consume,
me voy, temo decir aún más
palabras.
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