No tenía nada que hacer

Aprender palabras.

Apolíneo, jactancioso amanecer,
Blasón de paz, de amor,
Candil de fe, con él estar,
Charlar hasta su risa florecer,
Degollar el suplicio naranja,
Efímero, que vacila el atardecer;
Frenesí que culpa arrastra y
Garúa de placer oculta, en
Hospicio de tu cuerpo, la verdad es
Injuria, que en tus ojos no es
Jauja y en tus gemidos es burda.
Kiosco que no olvida, mi llanto, mi
Loar a tu piel, noches que besan la
Llanura de tu pelvis, donde en la
Mazmorra de tu cuello barajaba los
Naipes, que en tus caderas tiraba en
Óbice de tu mente caprichosa,
Paradoja de tu misterio nocturno,
Quimera de éste vicio tan tuyo, que
Reprocha tu candela impaciente,
Sátira del “amor” que me agita,
Tenaz para después sorprenderme;
Urdir en tu pecho 100 días, en
Valija de tus labios que retoñan
Whisky, que riega mi vida
Xerófita, que muere en letargo del
Yugo de tu ser, que es candente
Zarza en la que me quiero mecer…

...Eres fe, eres fe.