Florece tu silencio,
apenas el mío retoña,
mi afán se hace verso,
tú te hilvanas la boca,
la voz traba los dientes,
por no catar lo prohibido
de tu prosa, callar, mirarte,
“vivir” peor que rocío
en las hojas de una rosa.
Estridentes afonías,
me miras, lastimas mi
sonrisa, tu elegancia
es vil, roe, ultraja pasión
que en mí desborda, que
delira en tu palabra sorda
que destroza…
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