XLV
No te apiades de mi alama mía,
pues el día que lo hagas
sabre que mi piel desgarras,
mejor se fuerte y alivia
toda la amargura que en mi radica.
Ajada este calvario
y no pidas compasión ni amparo,
pues el día que lo hagas
sabre que mi dignidad
ha erradicado
la corpulencia que ha permanecido
intacta ante lluvias y presagios.
XLVII
Como ave me siento
si vislumbras mis sueños,
tan frágil y distante
con temor de acercarme.
XLVIII
Ámame, ámame por favor,
dime que me amas,
dame la razón,
miénteme,
dime que no me puedes olvidar,
miénteme,
dime que por siempre me amaras.
¡Anda, dímelo ya!
¡Ten seguridad!
XLIX
Vanidosa candidez,
ternura y caprichos,
tal vez son solo dichos
que esconden calidez.
No te apiades de mi alama mía,
pues el día que lo hagas
sabre que mi piel desgarras,
mejor se fuerte y alivia
toda la amargura que en mi radica.
Ajada este calvario
y no pidas compasión ni amparo,
pues el día que lo hagas
sabre que mi dignidad
ha erradicado
la corpulencia que ha permanecido
intacta ante lluvias y presagios.
XLVII
Como ave me siento
si vislumbras mis sueños,
tan frágil y distante
con temor de acercarme.
XLVIII
Ámame, ámame por favor,
dime que me amas,
dame la razón,
miénteme,
dime que no me puedes olvidar,
miénteme,
dime que por siempre me amaras.
¡Anda, dímelo ya!
¡Ten seguridad!
XLIX
Vanidosa candidez,
ternura y caprichos,
tal vez son solo dichos
que esconden calidez.
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