Parpados melancólicos,
decaen en su cortina,
bebiendo cada lágrima
sin desidia todavía.
Si a su pupila pudiera
obstruir con alegría
lo haría por las mañanas
para que olvidará su desdicha.
Iris somnoliento
arde y se olvida,
de la vida amarillenta
que renace hoy en día.
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