Escribo, pero nunca dije que lo hiciera bien.

domingo, 5 de septiembre de 2010

DE LOS HOMBRES Y SU DEFINICIÓN-PARTE V

No se que diablos esconde su puta _________
¿O será que aquel vil nos toma por el pelo e hilvana
en su ser matiz canela?, algún otro rebana
rastros de violetas y con ellas bálsamo emana,
en un segundo te atrapa en él toda una semana
sólo para ser rehén de un amor que acaba en una mañana.

¡Mujer, tu eres la que sufres!, Dios los creó
aún más fuertes que al mismo mar, los recreó
silbando por sus labios un poco de poder, creo
que dentro de cada uno hay un cacho de placer, creo
usan nuestro cuerpo porque nació de su carne, creo
en ocasiones lloran, pero no por la mujer...eso creo...

Cuando me pregunto en soledad
lo que a mi me brindó aquel ímpetu de lealtad,
a romper las remembranzas me dedico, la verdad
más dolorosa estalla en mi con un gemido, terquedad
o negación emana de mi rostro, sé que es falsedad
reír y creer tirar para ti lo que quedo de mi reciprocidad.

¿Sientes mujer desde hace días un dolor
intenso que nace por tu senos, con color
gastado y anaranjado que muere llegando a la peor,
impía y triste parte de tu ser?, secos por el clamor,
labios partidos son los que gritan el nombre de ese amor
ofensivo que te ha hecho ser otra, perder todo tu valor.

Innumerables veces caemos en sus garras,
no sé, a lo mejor mujer, entierras
sus cuchilladas junto con las arras
ambiguas que te canta, si desgarras
nupcias a el le agrada, pues amarras
opresión sin compromiso con el hombre que te agarras.

A ellos no les pesa tu calvario,
vetusto les parece tu cariño improperio,
es pesadumbre para sus labios el calendario
casi nunca soportan amar a una, y río
en este momento mordaz si tu caso es contrario,
si me dices que un hombre te ha amado con delirio.

Pero te entiendo compañera enamorada,
lo único que leen tus ojos son su pelvis torneada,
a cada rato el clímax en su regazo hincada
careces de encontrar, pues su ausencia es la entrada
eminente a su cálida frialdad, que atada
ridículamente en tu cuello te oprime y tu paz retarda.

¿Y sabes distinguir la diferencia
de un hombre y Dios?, la única injerencia
obtusa parece, y es que la benevolencia
lánguida de Dios es indiferencia
o descuido para nuestros ojos, pero la elegancia
reluciente de un hombre la recuerdas con vehemencia.

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